Cabaret Popescu, noches ebrias de magia

Desde hace 20 años, la compañía granadina Laví e Bel viene haciendo espectáculos con un sello muy defininido, que tiene que ver con el mundo del cabaret y el teatro musical. Ha girado con ellos por todo el país, además de Colombia, Portugal, México, Cuba, Francia…

Cabaret Caracol, Cabaret Nómada, Petit Cabaret, Cabaret Líquido, La Barraca del Zurdo… Laví e Bel es hoy, sin duda, sinónimo de Cabaret.

Desde el 21 de junio y hasta el 15 de septiembre, siguiendo en esta línea que le ha reportado innumerables éxitos y premios (Premio MAX 2009 al Mejor Espectáculo de Teatro Musical, Premios de Teatro Musical de Madrid, Premio de El Público de RTVAndalucía, Premio MAX 2012 a la Mejor Dirección Musical…) presentan un nuevo espectáculo, Cabaret Popescu, cena con espectáculo o espectáculo con cena, que tanto monta, un espacio de libertad en medio del caos.

Un show gastronómico y cabaretero para las noches de Granada. Noches al fresquito, para combatir la canícula.

El placer de la comida te lleva al show, el placer del show te lleva a la comida. El verdadero sabor del cabaret: cercanía, contacto directo, intercambio constante con el público, ambientes inquietantes, humor en todas sus formas… Un ambiente único: Cabaret.

Y es que el verano pide aire libre. Cena bajo las estrellas en un entorno muy especial: la Plaza de las Culturas, un gran patio moderno y resguardado, donde Laví e Bel y el conocido chef Álvaro Arriaga, comparten “escenario”.

El ambiente cabaretero baña todos los momentos desde que llegas hasta que te vas.

Los actores se hacen ligeros, digestivos, ágiles. Te reciben y charlan contigo como si te conocieran de toda la vida. Te hacen sentir como en casa, te guapean, te divierten.

Dis!utas de una cena suculenta que no vas a tener que elegir, salpicada de momentos “misteriosos”, tienes tiempo para disfrutar de la cena, el anfitrión también sabe ser discreto.

El placer de la comida y la bebida te lleva al placer del espectáculo.

Y comienza el show: Los artistas comparten espacio contigo: no hay distancia, actúan a tu lado, a tu alrededor. Se suceden números variados: contraste y sorpresa.

Cabaret delicado o bizarro, vertiginoso o reposado. El humor en todos sus colores, música en directo, vida en directo. Sensaciones y recuerdos que te asaltan en diferido.

Una experiencia para los sentidos: ves, oyes, saboreas, hueles, tocas. Te vas a casa con la sensación de un dejá vu: “yo ya he estado aquí”.

¡Que lo disfrutes!

Toda la información, venta de entradas, programa, etc. en la web de Laví e Bel.

Manifiesto del Cabaret Popescu

El Cabaret Popescu es el sueño imposible de un hombre del renacimiento: Rico Popescu: fillósofo, maestro de lucha, chef internacional, showman, amante impenitente, teniente de caballería del ejercito rumano… Es un deseo hecho realidad, una realidad hecha de deseo. El deseo de dar y tomar placer. “El placer de la carne en salsa, de la canción ad lívitum, del pellizco, del foco azul que te pega en la espalda, por !n y te viste de luna”. Él era así, que le vamos a hacer.

Al Cabaret Popescu le va la marcha de las noches en blanco, de la buena mesa, del aquí ahora. Le pone pensarte feliz.

El Cabaret Popescu rocía tu mesa con aroma de cabaret y te susurra al odio: ¿por fin has venido?, te estaba esperando, mis manos son tu casa, mi voz es tu voz, sin ti no soy nada. Te sirve suculentos platos, se adueña de tus ojos y te seduce con su batín de raso y una copa en la mano.

Acéptasela, es para ti. No le hagas el feo. Te prometerá una velada interesante, te contará unas cuantas historias bajo las estrellas, con una música agradable y una luz acariciadora. A la que te despistes acabas en su cama.

El Cabaret Popescu sueña con mojar los labios en tu copa, con comer en tu plato, con ponerse tu ropa interior, con conocerte así sin más, limpio como un cero.

El Cabaret Popescu es un vampiro. Se pone las medias de rejilla, el body de lentejuelas, los tacones de aguja, el monóculo… y te busca la yugular. Se bebe tu sangre y la convierte en música. Un tipo marchoso y pálido que crea adicción. Cuidado: lo mismo te gusta y te conviertes.

El Cabaret Popescu es una mujer que no sabe si fue hombre. Un hombre que no sabe si soñó con ser mujer. Nunca acaba por decidirse entre carne y pescado. Piensa: ¿para qué? Mejor darle a todo.

Tiene tremendo y placentero lío, asere.

El Cabaret Popescu tiene ojos en la espalda: nada más verte llegar sabe si es tu cumpleaños, si has venido con amigos o enemigos, si el que está a tu lado es tu amante o el de tu marido, si eres bombero o fakir, si estás embarazada o eres alpinista, si eres alemán o de Toledo, si has tenido un mal día y necesitas una mano en el hombro o si fuiste malo y necesitas un azote. Lo sabe por que habla contigo en cuanto entras, te mira a los ojos y ya. En otra vida fue espía, pero te lo aseguro, sabe guardar un secreto.

El Cabaret Popescu convierte el escenario en restaurante, el restaurante en escenario. La comida y el cabaret son dos puentes que le llevan hasta tus papilas gustativas y ese es su alimento.

El Cabaret Popescu cocina para ti, te alimenta, busca tu sentido del gusto, del buen gusto. La sensualidad del sabor.

El Cabaret Popescu hace una llamada de auxilio a los sentidos. Los sentidos no engañan. Ven: Mira, huele, toca, saborea, escucha.

El Cabaret Popescu está a punto de iniciar su viaje. ¿qué importa a donde llegue?. Lo importante es saber que caminas, paso a paso, mirando al suelo con la vista allá lejos.

El Cabaret Popescu es granaino universal. De un salto va del Rey Chico al Trastevere, de Plaza Nueva a un tugurio de Nueva Orleans, Del Paseo de los Tristes al Imperio del Sol Naciente. Es culo de mal

asiento. Navega por el mundo con su barquita escarlata: calor latino, sabor europeo, sutileza oriental.

Tacón, pluma, Kimono y son montuno.

El Cabaret Popescu canta en italiano, francés, caló, inglés, español. Habla por los codos con esos silencios que dicen más, que mil palabras.

El Cabaret Popescu es travieso, juguetón, amigo, traidor, canalla. Es un bribón, Sorprendente, tímido, arrojado, poeta, bizarro, simpático, ácido, burlón, cortés, indiscreto. Es volátil como un perfume que se mete por tu nariz y te hace estornudar, luego se pierde como el que tira la piedra y esconde la mano.

El Cabaret Popescu actúa a tu lado: puedes olerlo, tocar su smoking blanco, mirar el brillo de sus ojos, oir sus pasos delicados y saborear sus platos agridulces. Tienes un periscopio desde el que mirar alrededor desde tu silla.

El Cabaret Popescu está vivo. Es un organismo cambiante, en evolución permanente. No hay dos días iguales. No se resigna a ser una copia de si mismo. Odia el estándar. No se deja seducir por él: “esto es así”, se pregunta todo el tiempo: “¿por qué?” Amigo, por finn estoy perdido en el Mar de las Cosas por Hacer. Es un gourmet que necesita cambiar de plato, para alimentar su hambre de conocer.

El Cabaret Popescu recorre de puntillas tu memoria. Lleva la pluma de las cosquillas en una mano para conseguir que te partas, en la otra un puñal de hielo que te clava sin compasión. Esas puñaladas de hielo $orecen cuando menos te lo esperas.

El Cabaret Popescu llena tu corazón de impulsos, tu estómago de  delicatessen, tus ojos de fotos viejas, tus oídos de melodías de seducción, tu piel de arañazos y tu cerebro de cosas por hacer: ilusión.

El Cabaret Popescu es la mansión del misterio, un largo pasillo en clarooscuro en el que hay muchas puertas por abrir.

El Cabaret Popescu sigue al que busca la verdad y huye del que la ha encontrado. Está desengañado de la verdad. La verdad está de vacaciones en el Adriático. La verdad está en tu mesa, desnuda como una Venus, perfumada y tranquila, esperando a que te sirvas. Si comes podrás decir: Claro, era esto, puro teatro.

El Cabaret Popescu dispara salvas de confeti, cañonazos de brillantina, andanadas de cava sobre los tiempos turbulentos. Escupe alegría sobre el asfalto quemado.

El Cabaret Popescu hace !esta de la angustia por los tiempos que corren, hace funeral de la amargura, pulveriza la realidad y la recompone. Viste la realidad de escenario y te la devuelve. Hace longaniza con los caminos  cerrados, los abre en canal y te los sirve en un plato de cristal de Murano.

El tenedor es cosa tuya.

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