Una canción sincera
Crítica
Teatro Alhambra. Granada. 30 de octubre de 2015.
Berlín como ciudad cercada, como refugio de idealistas, de ilusos que se protegen del resto, de otra realidad. Así es el espacio donde habitan los personajes de la obra de Lou Reed: un paraíso hermético donde solo estén ella y él, y que conserve la pasión y la intensidad de vivir sin atender a reglas ajenas. Como ese héroe de Loriga, Jim ha encontrado a su chica rubia a la que poder ponerle sus discos, y juntos protagonizar una triste canción de rock.
Ese Berlín en el que Carol y Jim creyeron poder vivir de un nutriente de endorfinas, del solo aliento del otro, ofrece un aire denso y viciado en el que se hace difícil respirar, y convierte agapornis en hikikomoris que se desconocen y repelen. Tal vez porque el baluarte que construyen los personajes presenta rendijas por las que inevitablemente se cuela el frío para aterir sus corazones; tal vez porque la salvación que nos ofrecieron los beat y cantantes de los 70 no era más que una respuesta al miedo a envejecer, y nunca una convicción sobre vivir mejor, la capacidad de autodestrucción de las criaturas Reed se impone al deseo de construcción. “Lo logramos”, dice Jim en referencia a la aniquilación del amor entre ambos. Y, en efecto, así es, pero nadie podrá acusarlos de no haber conseguido también alcanzarlo.
En esta historia cruda, enérgica y claustrofóbica, Nathalie Poza y Pablo Derqui ponen la sinceridad. Siempre le agradeceremos a Andrés Lima que libre a sus actores de impostura y consiga naturalizar en boca de los personajes un lenguaje a veces difícil de acoplar en la escena, como en este caso letras de canciones, originalmente en otra lengua, para mayor dificultad. Una labor en la que también contribuye decisivamente su compañero habitual en Animalario, el guionista y también director Juan Cavestany. A este tándem director-guionista le debemos los grandes momentos que nos dejaran, entre otras, Urtain, Los Mácbez, o Alejandro y Ana, lo que España no pudo ver del banquete de la boda de la hija del presidente.
Para esta ocasión, a Cavestany se suma Pau Miró, otro de los actuales renovadores de la escena española con amplias miras al dominar los campos de la interpretación, dirección y escritura dramática, y el novelista Juan Villoro. También este es responsable de aportar una línea narrativa al texto para evitar que la materia prima (la obra Berlín, de Lou Reed) suene tontuna, excesivamente poética o metida con calzador.
Con estos creadores hay mano, además, al convertir el recorrido por las 10 canciones que conforman la cara A y B de Berlín en un videoclip en directo. La gran pantalla de proyección de audiovisuales y sobre la que planean sombras chinescas como principal escenografía, la música de Reed (enlatada y en vivo), y las potentes fotografías que recrean los cuerpos de los protagonistas de esta canción en un solo acto que es Desde Berlín confraternizan para referenciar un subgénero audiovisual que ha atraído y contribuido al éxito de más de un cineasta.
Nunca sabremos si a Lou Reed le gustaría esta adaptación libre de su tercer álbum como solista, pero podemos estar seguros de que su “Sad Song”, su “The Kids”, “Oh, Jim” “Caroline says” o “The Bed” han sido reinterpretadas en la escena con respeto, honestidad y sinceridad.
Ficha artística y técnica:
Dirección y dramaturgia: Andrés Lima
Texto: Juan Villoro, Juan Cavestany y Pau Miró
Intérpretes: Nathalie Poza y Pablo Derqui.
Música adicional original, arreglos y espacio sonoro: Jaume Manresa
Escenografía y vestuario: Beatriz San Juan
Iluminación: Txema Orriols y Walter Scophervill
Videocreación: Miguel Ángel Raió
Caracterización: Toni Santos
Producción: Teatre Romea
Publicado originalmente en http://luxedden.blogspot.com.es/2015/10/cancion-sincera.html