El teatro de José Moreno Arenas, humor inteligente.

Por Antonio Sánchez Trigueros (Catedrático de Teoría de la Literatura de la Universidad de Granada)

Hace exactamente una década que prologué Escenas antropofágicas, un conjunto de excelentes propuestas Cartel The perfect Humanescénicas del granadino José Moreno Arenas, que ya contenía dos piezas –El clarinete y El accidente– de las cuatro que conforman el espectáculo estrenado el sábado 15 de noviembre de 2008 en el Teatro Alhambra: The perfect human. Diez años después de escribir aquella introducción sigo manteniendo las mismas palabras que dije entonces, pues sus escenas, a pesar del paso de los años, siguen rebosando “humor, inteligencia, sutileza crítica y agudeza de observación del mundo contemporáneo”. No hay duda: su teatro posee el humor corrosivo del Aristófanes más sarcástico; sus escenas están dominadas por situaciones creadas desde la inteligencia para un público exigente e inteligente, mundos del surrealismo que recuerdan a Samuel Beckett; sus diálogos destilan una sutileza crítica digna de Mihura o Jardiel Poncela; y, en fin, su agudeza de observación de la sociedad contemporánea la encontramos en la dramaturgia de Darío Fo.

No pasa el tiempo por el teatro de nuestro dramaturgo. Y he dicho bien –nuestro dramaturgo–, porque a los autores como él, nacidos en Granada, hay que mimarlos, hay que hacerlos nuestros, con todo lo que encierra esa palabra tan intimista. Decía que no pasa el tiempo por el teatro de Pepe Moreno porque tiene esa rara habilidad de saber escoger los temas sobre los que escribe, asuntos que interesan a todos y que nutren nuestro horizonte de expectativas; y se podrá estar de acuerdo o no con la propuesta ideológica y de valores que nos ofrece en sus obras, pero la discusión, el encuentro, el choque están servidos. Porque, a pesar de la brevedad de sus textos, el conflicto no falta nunca a la cita; pero eso a nadie debe extrañar, ya que la capacidad de síntesis es uno de los grandes aciertos de su dramaturgia.

En efecto, su habilidad teatral para construir piezas de exigua duración es realmente sorprendente. ¿La cantanteCómo es posible contar una historia en unas cuantas líneas, como sucede en su pulga dramática La cantante, pieza con que se inicia el espectáculo? ¿Cómo es posible en tan escaso tiempo trasladar a la mente del espectador lo que realmente se ha propuesto el autor: que tome conciencia el público de que estamos viviendo en un mundo en donde las apariencias y lo que se ha dado en llamar la cultura de la imagen son las dictaduras que nos gobiernan? Certero el dardo que Moreno Arenas lanza al patio de butacas, al que invita a reflexionar sobre la superficialidad de las cosas, de las relaciones…

Si hay una obra en donde Moreno Arenas lo vuelve todo del revés es El clarinenteen El clarinete. Y lo hace como quien no quiere la cosa, con una simplicidad y con una aparente –sólo aparente– ingenuidad que casi estremece. Nada más y nada menos se llega a poner en tela de juicio el sistema social en que vivimos porque éste es incapaz de ofrecer trabajo a unos parados. Pero el autor no trata de convencer a nadie, sino que expone una situación sin más. Su teatro no es dogmático, sino de propuestas, no es fonológico sino dialógico: incita al público a pensar, a reflexionar. Quizá por eso moleste un poco, quizás por eso “indigeste”. Las escenas que se suceden, cargadas del cinismo más hiriente y de la hipocresía más retorcida, me traen a la memoria situaciones e imágenes del teatro de Jorge Díaz.

Recuerdo que en el acto de presentación de sus Escenas antropofágicas José Moreno Arenas hizo referencia a unas palabras que Jacques Lemarchand escribió con ocasión de prologar las obras completas del genial Ionesco. Aseguraba el prologuista que “sentado en mi butaca de espectador o de lector, frente a Ionesco, nunca adivino de dónde partirán los tiros ni dónde me alcanzarán, pero me siento diana, y compruebo con alegría que es un tirador tan hábil como Búffalo Bill el que tengo delante de mí”. He de confesar que así es El accidentecomo yo me siento ante el teatro de Moreno Arenas en general y ante El accidente en particular. Con qué hábil disimulo dispara contra el público, con qué “sin querer queriendo” arremete contra los que ocupan una butaca de patio “obligándolos” a interrogarse a sí mismos sobre si se ven reflejados en alguno de los personajes que deambulan por el escenario, carentes de humanidad y cargados de un exceso de profesionalización. Nuestro autor es un experto en decir las cosas entre líneas; dispara al público pero lo respeta, un respeto que queda plasmado precisamente en que al disparar entre líneas sabe que se está dirigiendo a un público inteligente.

Cierra el espectáculo El aparcamiento, obra de la que ya tuve la oportunidad de hablar con ocasión de El aparcamientohaber sido objeto de una ponencia en la Universidad de Ottawa por la estudiosa norteamericana Eileen Doll. Supone una crítica sin paliativos a quienes van por la vida sin más corsé que la ley, a quienes limitan las relaciones humanas a las meras exigencias de la ley. El humor, latente a lo largo de toda la obra, no oculta el drama que se ofrece al público, que asiste perplejo a una historia que se desarrolla no sólo en el escenario sino también en el patio de butacas. Como ejemplo de metateatro es sencillamente genial, hecho que ya advirtió la profesora Doll.

Como la buena crítica ha reconocido, todos estos valores han brillado en la puesta en escena que en el Teatro Alhambra ofreció Teatreves Teatro, cuyo acertado trabajo, como se ha afirmado, ha superado “la dificultad intrínseca que los textos de Moreno The perfect humanArenas presentan a pesar de su aparente simplicidad”. Sin duda que en ello han tenido que ver mucho la sabiduría y la experiencia escénica de su directora, Carmen Ruiz, que con ello afirma su interés por las propuestas escénicas de José Moreno Arenas, cuyos textos han tenido la suerte de encontrarse con una admiradora que le va a proporcionar muchos días de gloria. También la crítica ha calificado de sobresaliente la sencillez del vestuario y la iluminación, así como ha destacado la calidad interpretativa de la propia Carmen Ruiz, Juan Vinuesa, Yolanda López y Carmen Hernández. Habrá que seguir estando pendientes de sus trabajos y evolución.

Completamos este artículo de Antonio Sánchez Trigueros con una entrevista a José Moreno Arenas aparecida en el periódico Ideal el 9 de mayo de 2007.

Nota: la edición de las fotos que aparecen en este artículo fue realizada por Salvador Enríquez para la web NoticiasTeatrales.

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