La historia arranca con Eugène-François Vidocq (1775-1857). Este hijo de panadero, que vivió en plena Revolución francesa, fue buscavidas, rebelde temerario, criminal, ladrón, homicida, pirata, desertor, fugitivo… hasta que en 1809, con la promesa de amnistía, ofreció sus servicios como infiltrado a la policía de París. Desde entonces, se volcó de tal manera en la defensa de la justicia que llegó a fundar y dirigir la Brigade de Sûreté (Brigada de Seguridad), que más tarde se convirtiría en la en la Sûreté Nationale (Seguridad Nacional). También se le atribuye ser el fundador de la primera agencia privada de detectives de la que se tiene constancia y la introducción de multitud de avances en el campo de la investigación criminal, como los estudios de balística, el registro y creación de expedientes con las pesquisas de los casos, o la propia criminología. Fue el primero en utilizar moldes para recoger huellas de la escena del crimen.
Esta vida singular sirvió de inspiración a numerosos escritores, como Edgar Allan Poe, Balzac o Émile Gaboriau. También fue el caso del escritor francés romántico Víctor Hugo (1802-1885), quien confesó que se había inspirado en Vidocq para crear a los dos protagonistas de su obra más conocida, Los miserables, publicada en 1862.
Reconocida como una de las mejores novelas del siglo XIX, Los miserables narra la historia de Jean Valjean, un joven condenado a un total de 19 años, primero por robar un pedazo de pan y luego por varios intentos de fuga, perseguido de forma implacable durante años por el inspector Javert. La novela incluye además algunas partes que permiten acercarse a la historia francesa: el contexto histórico arranca en 1815 y finaliza en 1833, una época clave en la lucha por los derechos de la sociedad francesa marcada por las revoluciones. Los miserables plantea a través de su argumento un razonamiento sobre el bien y el mal, sobre la ley, la política, la ética, la justicia y la religión.
En definitiva, una historia atemporal cuyos valores perduran en el tiempo (la lucha por la libertad, el coraje o la revolución del pueblo…), los ingredientes perfectos para transformarse en uno de los musicales más longevos y que más funciones ha realizado en el mundo: se estrenó en París en 1980 con música de Claude-Michel Schönberg y letras originales en francés de Alain Boublil y Jean-Marc Natel. La versión en inglés se estrenó en Londres en 1985, y de allí pasó a Broadway en 1987.
La premiere mundial en español tuvo lugar el 16 de septiembre de 1992, en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid, producida por José Tamayo y Plácido Domingo. Fue una réplica exacta de los montajes de Londres y Broadway y el reparto original estuvo encabezado por Pedro Ruy-Blas como Jean Valjean y por Miguel del Arco como Javert. Se trató de una apuesta arriesgada, ya que el musical anglosajón no gozaba por aquel momento del favor del público español y el último título que había funcionado bien había sido Evita diez años antes. Sin embargo el éxito fue rotundo y el espectáculo se mantuvo dos temporadas, bajando el telón por última vez el 29 de mayo de 1994 después de 625 funciones a las que asistieron 657.000 espectadores.
En total, ha sido visto por más de 65 millones de espectadores durante más de 43.000 funciones de 42 países y en 22 idiomas, y sigue batiendo récords de taquilla después de permanecer 33 años en cartel.
En otoño de 2013 el montaje del 25º aniversario de Los miserables regresará una vez más a los escenarios españoles. En esta ocasión la producción, que pone en escena a 40 actores, recorrerá el país en una gira nacional que pasará por más de 20 ciudades y por primera vez pisará teatros dedicados habitualmente a la representación operística. El estreno será el 17 de octubre en el Palacio de Festivales de Santander para después trasladarse a Sevilla, Valencia, Vigo, Pamplona, Tenerife, Las Palmas, Valladolid, Alicante…
Una gran producción que complementa la gran oferta de otros musicales en Madrid.